La Navidad en Nápoles no es solo una fiesta: es una forma de vivir y de sentir. En esta ciudad donde la emoción se respira en cada esquina, la Navidad comienza mucho antes del 25 de diciembre y se prolonga hasta después de la Epifanía.
Durante casi un mes, las calles se llenan de luces, los balcones se decoran con estrellas y los hornos caseros vuelven a encenderse para preparar los platos de una tradición que une generaciones.
El comienzo: la Novena y el espíritu del Presepe
Todo empieza el 8 de diciembre, día de la Inmaculada Concepción, que marca el inicio oficial de las celebraciones navideñas. Es el momento en que las familias napolitanas montan el Presepe, el Belén, una tradición que tiene siglos de historia.
El arte del Presepe napolitano nació en el siglo XVIII, en pleno barroco, y desde entonces se ha convertido en una seña de identidad. No solo representa la Natividad, sino también la vida cotidiana: los panaderos, los pescadores, las lavanderas, los músicos… todos tienen su lugar en ese pequeño mundo de corcho, musgo y figuras de terracota.
Los barrios como San Gregorio Armeno, en el corazón de Nápoles, se llenan de artesanos que venden figuritas hechas a mano. Caminar por allí en diciembre es como adentrarse en un pesebre viviente: un espectáculo de luces, risas y devoción.

Más allá de la mesa: tradiciones vivas en las calles de Nápoles
La Navidad napolitana se vive también fuera de casa, entre calles, iglesias y plazas. Es un tiempo de comunidad, de música y de fe popular.
Durante todo diciembre, la ciudad se transforma: los mercados navideños llenan las plazas con luces y aromas de castañas asadas y vino caliente; los villancicos napolitanos —las pastorali— resuenan en cada esquina, interpretados por músicos callejeros o coros locales.
Las familias visitan las iglesias y belenes históricos, como el del monasterio de San Martino o el de Santa Chiara, auténticas obras de arte barroco que cada año atraen a miles de visitantes.
En muchos barrios se organizan representaciones vivientes del Presepe, donde actores y vecinos encarnan pastores, ángeles y artesanos en medio de calles iluminadas. Es un espectáculo que une la fe con el arte y que emociona incluso a los que no son creyentes.
Las noches se llenan de campanas, fuegos artificiales y música popular, recordando que Nápoles celebra la Navidad como celebra la vida: con el alma abierta, el corazón lleno y las manos que siempre se alzan para compartir.
¿Que es La Tómbola napolitana?
Pero si hay una tradición que no puede faltar en los hogares napolitanos durante las fiestas, es la tómbola.
Más que un simple juego de azar, la Tómbola napolitana es una experiencia familiar, una mezcla de risas, superstición y folklore.
Se juega después de la cena de Nochebuena o durante los días entre Navidad y Año Nuevo. Cada número del 1 al 90 tiene un significado simbólico, basado en “La Smorfia napoletana”, el antiguo libro que asocia cada número con sueños o escenas de la vida cotidiana. Por ejemplo:
- El 1 es “Italia”,
- El 13 es “San Antonio”,
- El 48 es “el muerto que habla”,
- El 90 es “el miedo”.
Durante la partida, quien canta los números los comenta en tono cómico, improvisando bromas y pequeños relatos. Es un momento de carcajadas, vino y dulces, donde los niños, los abuelos y los vecinos se reúnen alrededor de la mesa.
Y aunque los premios sean simples —unas monedas, un dulce, una mandarina—, lo importante es compartir la suerte, la alegría y la tradición.

La Epifanía: la Befana y el cierre de la Navidad
Las fiestas napolitanas no terminan con el año nuevo. El 6 de enero, día de la Epifanía, llega la Befana, una anciana de la tradición popular que deja dulces a los niños buenos y carbón a los traviesos.
Ese día se come lo que ha quedado de las celebraciones, en un ambiente más relajado y familiar, con el corazón aún lleno de luces y recuerdos.
La Navidad en Nápoles: más que una fiesta
La Navidad en Nápoles no se mide en regalos ni en adornos: se mide en aromas, gestos y emociones.
Es el sonido de una sartén donde chisporrotea el bacalao, el olor del pan recién hecho, las luces del presepe, las voces que cantan villancicos bajo las ventanas, las calles repletas de risas y los niños corriendo con bengalas en las manos.
En cada plato, en cada melodía, en cada juego de tómbola, se esconde una historia: la de una ciudad que ha sabido conservar la fe, la alegría y la hospitalidad como sus tesoros más grandes.
Porque en Nápoles, la Navidad no se celebra solo con el corazón,
se celebra con el alma… y con toda la ciudad.
Si te gustaria saber ¿Que se come en Navidad en Nápoles?
Con mucho cariño,
Vuestra chica napolitana!

